Casearia Carpenedo, quesos que cuentan dedicación e innovación.

Hay historias que se cuentan con la firmeza de una mirada y la de La Casearia Carpenedo es precisamente una de estas. Si tienen la suerte de encontrarse con Antonio Carpenedo, déjense conquistar por sus ojos sonrientes, los de un hombre que ha creado las bases de un milagro veneciano donde la creatividad y la fuerza de ánimo, así como el coraje y la pasión, han dejado atrás años de pobreza y dificultades, aunque en ambientes cargados de humanidad, para dar paso al éxito de las ideas.

Su trabajo siempre ha sido entendido como un desafío hacia la modernidad, como dedicación a la innovación, como un viático hacia un futuro mejor para la familia, como sentido del deber y como valor de la continuidad. Para él, construir significa dejar una huella. Es de estos elementos distintivos que se caracteriza el milagro veneciano que ha unido las mejores expresiones empresariales de los años 60-70, de las cuales la familia Carpenedo es un intérprete significativo con su producción de quesos.

Un inicio, el de ellos, que se adentra en los albores de la historia: un documento de 1858 dice que un cierto Domenico Carpenedo entregó a un convento de monjas “formai inscartosai de cretta e foiame” (queso envuelto en arcilla y hojas). Una tradición familiar sin interrupción. Un recorrido apasionante que acompañó al padre de Antonio Carpenedo, Ernesto, fundador de La Casearia Veneta a través de su pequeña “botegheta” de alimentarios donde ejercía el arte del “casoin”. Una pequeña tienda donde se encontraba de todo, desde harinas hasta quesos, pan, embutidos, intestinos, sal, aceite, bacalao, especias y mucho más. Mucha pasión y el arte de la sonrisa y de la acogida que acompaña aún hoy a la familia Carpenedo cuando llegan a sus bodegas de afinamiento.

Es en los años 60 que Antonio Carpenedo comienza su apasionante historia de amor con el mundo del queso, cuando realizó una pequeña quesería en el pueblo de Rovarè di San Biagio donde producía quesos típicos locales y, en particular, la “Casata Carpenedo”, el precursor del actual Casatella Trevigiana DOP.

El arte de los afinamientos comenzó en 1976 cuando, casi por casualidad, Antonio redescubrió una antigua tradición según la cual se podían esconder algunas tomas de queso entre las vinazas para afinarlas. Una técnica que algunos campesinos continuaban aplicando y que tenía el beneficio de dar al queso sabor y longevidad. Antonio patentó así esta técnica y llamó a sus quesos afinados en vinazas “Ubriaco”. Este nombre que hoy encontramos en todas las mesas de quesos en Italia y en el extranjero se le debe a él.

Antonio aún hoy visita diariamente sus celdas de afinamiento y las barricas donde reposan las formas junto a los diferentes aromas, vinos y perfumes que producen verdaderas obras de arte. La actividad de la familia Carpenedo continúa con los hijos de Antonio, Alessandro y Ernesto (que lleva el nombre del abuelo), y la gama de productos se ha extendido.

La Casearia ha abierto una nueva frontera en el mundo del queso: sus productos son considerados verdaderos “cultos”, obras de arte únicas que han conquistado los paladares más refinados del planeta. ¡No se cuentan más los premios a nivel nacional e internacional! La exposición del Blu 61 en las vitrinas de Harrod’s en Londres, la presencia en las mejores cocinas de chefs estrellados de todo el mundo, la llegada a los nuevos mercados del Lejano Oriente y el fortalecimiento de los mercados de excelencia en Estados Unidos. Una larga historia hecha de sacrificios y dedicación, de silencios y de duro trabajo, de éxitos y de humildad. Una larga y extraordinaria aventura que se transmite de padre a hijo con un denominador común: la luz en sus ojos.

Bernardo Pasquali

S&M