Cuando hablamos de burbujas italianas decimos Prosecco. Desafortunadamente, a veces se menciona también cuando no tiene nada que ver. Pero esa es la fuerza de ese vino que ha asociado su nombre con el espumoso italiano. De hecho, las burbujas italianas son muchas y, a decir verdad, cada vez más. En la mayoría de los casos son muy buenas. También se producen muchas en el sur y con resultados cada vez mejores.
Pero hay un área, en Veneto, donde las uvas nacen en un terreno volcánico increíble que ofrece uvas de fuerte acidez ideales para la producción de espumosos de gran frescura y carácter. Es el teatro de la Calvarina, el volcán apagado más alto de toda la pedemontana alpina italiana. En sus declives afloran basalto columnar y las superficies están surcadas por lavas fósiles negras que estamos acostumbrados a ver en otros volcanes aún activos como el Etna. La tradición enológica de estas tierras es antigua y las uvas cultivadas desde siempre son la Durella. Una uva que los vinicultores y habitantes del lugar una vez llamaban cagnina, rabiosa, términos que advertían su fuerte acidez, con un importante componente de ácido málico que acentúa la percepción áspera de las uvas. Hasta hace una veintena de años se trataba de un vino que se producía tranquilo y sobre todo se enviaba a mercados internacionales, especialmente al alemán, para la producción de sus espumosos sekt. Los productores decidieron entonces producir ellos mismos un espumante y desde hace algunos años ya existían visionarios precursores. Entre ellos, el ingeniero Cecchin, el espumantista Marcati y unos pocos más. Cecchin, en particular, se había concentrado en la producción de método clásico que aún hoy ofrece grandes resultados. Con el tiempo, la producción de Durello ha crecido y hoy representa un fenómeno que aumenta cada vez más.
Nosotros de Spaghetti & Mandolino hemos elegido los dos
Lessini Durello de Fattori.
Antonio es un purista enamorado de sus tierras de Terrossa y Brenton, donde tiene su casa y la cueva volcánica de afinamiento de los vinos.
El
Durello Singhe se obtiene de uvas 100% Durella y representa la esencia de este territorio con una frescura y una estructura de gran placer. Pero también les recomendamos
su método clásico de 36 meses. Antonio ha domado la Durella y ha obtenido un producto de gran intensidad y encanto organoléptico. Un método clásico elegante entre los mejores de su denominación. No se dejen engañar por el nombre Durello… son vinos de gran frescura y placer con una calidad que les sorprenderá.
Una burbujita que no puede faltar en sus bodegas.