Siempre he amado las castañas, desde que de niño iba con mis padres a casa de los tíos en la montaña, en la zona de Lessinia (VR), a buscar los erizos que aún las contenían.
Las castañas siempre se han considerado el alimento que inaugura el otoño y el alimento de los pobres, especialmente en el pasado. Esto porque eran un alimento abundante, económico y fácilmente disponible.
Las castañas crecen en los árboles de castaño (apellido y nombre Castanea sativa), que eran muy comunes en muchas regiones montañosas de Europa y todavía hoy están presentes en diferentes zonas. ¡También se encuentran en zonas inesperadas, como Cerdeña y la Isla de Elba!
Los árboles de castaño prefieren suelos bien drenados y profundos. Estos árboles pueden vivir también cientos de años, produciendo frutos cada otoño. Son majestuosos.
Las castañas son muy nutritivas y representan una importante fuente de carbohidratos, fibra y vitaminas.
También contienen minerales como potasio, hierro y magnesio. Las castañas son bajas en grasas y no contienen colesterol, lo que las convierte en una excelente opción para una dieta equilibrada.
Una particularidad de las castañas es que pueden consumirse tanto cocidas como crudas, aunque generalmente se cocinan antes de ser consumidas. Nunca las he comido crudas.
Pueden ser asadas, hervidas o utilizadas para preparar harina de castañas, que es muy utilizada en la preparación de dulces tradicionales.
Las castañas son un alimento versátil y nutritivo, que puede utilizarse en muchas preparaciones culinarias. Además de ser deliciosas, las castañas ofrecen numerosos beneficios para la salud gracias a su contenido de nutrientes.
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