Beber una buena cerveza o una copa de vino tinto con amigos puede necesitar un acompañamiento gastronómico para realzar la ocasión. Unas deliciosas tostadas con un poco de culatello sobre una crujiente rebanada de pan de Molise pueden ser justo lo que necesitas. ¿O qué te parece una dulce rebanada de pigna con mortadela deliciosa dentro? En nuestra tienda en línea, puedes encontrar a la venta diversas variedades de productos horneados: desde el premiado pan de Molise hasta productos dulces como pandoro, sbrisolona y colomba.
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El tarallo es uno de los acompañamientos para aperitivos más famosos de Italia. Sin embargo, no se sabe con precisión de dónde proviene este nombre. Las hipótesis abundan: algunos dicen que viene del latín “torrère” (tostar) y otros del francés “toral” (secadero). En referencia a su forma redondeada, algunos piensan que deriva del itálico “tar” (envolver) o del francés antiguo “danal” (pain rond, pan redondo). La teoría más probable, sin embargo, es que “tarallo” proviene del étimo griego “daratos” (una especie de pan).
Aunque la etimología es incierta, se sabe cuándo y por qué se popularizó el tarallo. Fue a finales del 1700 en Palo del Colle (en la provincia de Bari), entre las clases pobres donde el hambre imperaba, y uno de los remedios para intentar saciarla fue el tarallo. Los panaderos, dado el contexto, no desperdiciaban ni siquiera los restos de masa con los que acababan de hacer el pan. A estos restos de masa fermentada le añadían un poco de aceite de oliva virgen extra y un poco de vino blanco, productos que nunca faltaban en esas tierras. Con sus hábiles manos reducían la masa en dos tiras que se cruzaban como una rosca y, después de que la masa subía bajo un paño, las metían al horno junto con el pan. Más tarde, para mejorar la receta, se añadió el paso de hervir los taralli, lo que los hacía más brillantes y crujientes. Costaban muy poco y fueron una bendición para los bolsillos de los pobres y para su paladar.
Con el tiempo, las amas de casa aprendieron a producirlos por su cuenta en casa, haciendo modificaciones adicionales como la adición de especias, en particular el hinojo. La receta se mantuvo con el tiempo hasta que alguien entendió que podía convertirla en un negocio real. Así, los talleres se multiplicaron: en Palo hay diez, que se han convertido en verdaderas empresas que exportan a todo el mundo.
Del cesto a la exportación, de bien de primera necesidad a snack: el tarallo ha recorrido un largo camino desde entonces.
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